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Monday, February 07, 2005

Sólo una hemicolectomía

Julio 10

Desperté a la 6 am por un fuerte ardor en el estómago. Pensé que sería algo menor y trate de seguir durmiendo, pero no lo logré.

Fui a comer algo que pudiera calmar esa molestia, pero ni el yogurt, ni el queso, ni el jugo lo lograron.

Volví a la cama y el ardor cada vez se hizo más insoportable. Después de un rato, decidí preguntarle a mi madre qué tomar, al fin y al cabo ella tiene experiencia por sus problemas gástricos. Me dió una pastilla y la tomé, pero salió cuando empecé a vomitar.

Durante toda la mañana apenas si pude ducharme y vestirme. Al mediodía decidí ir con mis padres a la clínica. Fue un viaje eterno, aunque la ruta era sencilla nos desviamos un par de veces y eso nos demoró unos minutos. Pensé que nunca llegaría.

Ya en la clínica me registré en URGENCIAS, una enfermera me tomó los signos vitales y tuve que esperar dos horas para que el médico me atendiera. Después de la eterna espera, el médico indicó que tenía gastritis, por lo que me aplicarían Ranitidina y suero, no recuerdo si me aplicaron algún calmante. Supongo que sí, aunque eso sólo fue despues de una o dos horas: había alguien grave en otro lugar de la clínica.

Así tuve que pasar el resto del día y la noche, en una camilla tan dura y estrecha que tenía que darme la vuelta muy cuidadosamente para no caer, mi cabeza tocaba la pared, mis pies tocaban la reja del vidrio y tenía que cambiar de posición frecuentemente por el cansancio de la dureza. Cuando mi familia me visitó, quise tomar un jugo, pero no tardé en vomitarlo. Tenía que seguir sin comer nada.

Finalmente se hizo de día y tenía que esperar que el médico me revisara para poder salir de la clínica. El medico vino, me revisó, me recetó y me dió de alta. Feliz, recogí mis cosas, llamé a mi familia y esperé a que me recogieran. Esperaba que ese fuera el final de esa historia, pero nada más lejos de la realidad.

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